Ejercicio de escritura 6: Carta al rencor nº1

 15 de Febrero de 2023

Querido Rencor,


Hoy me he levantado con la sensación de que algo se me olvidaba y cuando me he dado cuenta de lo que era casi me echo a llorar. Aun te echo de menos, no echo de menos la intimidad física, si no la intelectual, las conversaciones hasta las tantas, los cafés con mil y un temas por tratar, las risas con temas que nadie más entendía.

Siento que tengo un vacío que nadie va a poder llenar, porque, aunque nunca fue real, para mi si lo fue. Empecé sintiendo miedo, te dije que no estaba preparada, que aun necesitaba sanar algunas heridas, y me prometiste que no tenía nada de lo que preocuparme, ya que no pensabas en mi de esa forma.  

Pasaron los días, cada vez te sentía más cerca, hasta el punto de que empecé a sentirme cómoda, que gran error, nunca debí confiarte a ti mi estabilidad. Empezaron las noches de abrazos sin más, sin más intimidad que los dos durmiendo juntos y respirando al mismo tiempo, para al día siguiente seguir con nuestras vidas como si ese momento de conexión no hubiese ocurrido.

Luego llegaron los días de “hoy no puedo quedarme que mañana madrugo” o los de “prefiero dormir en mi casa”, y finalmente llegó el día, aquella tarde me dijiste que renunciabas al trabajo, que era nuestro nexo de unión, yo supe instantáneamente que no iba a volver a ser lo mismo, pero jamás imaginé lo que ibas a hacer.  

El último día que nos vimos llegaste como si nada, invitaste al café como cada tarde y a la hora de marcharte, te levantaste y me dijiste tranquila “volveremos a vernos” y yo te dije “sé que no será así” y te fuiste con una sonrisa pero con los ojos caídos afirmando en silencio lo que yo ya había entendido, no íbamos a volver a vernos.

Pasaron los días, te escribí, te esperé, te grité y te lloré y el abandono se hizo tan evidente que se convirtió en herida, en una herida fea, de las que no cura y probablemente te provoque daños irreversibles, pero allí estaba yo, aun esperando una explicación.

La explicación nunca llegó y el rencor arraigó, a día de hoy no te pienso, apenas recuerdo un atisbo de lo que sucedió, pero la herida continua abierta y por mucho que la desinfecto la infección no sana y solo me queda darle tiempo y escribir esta carta para mí.

 

Cristina I. Holland

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